Por Carlos Barrera Reyes
Resultan notables las numerosas investigaciones y colecciones que se han gestado a partir del interés que a lo largo de los años han generado los textiles indígenas de Chiapas. Aunque cabe decir que, en muchas ocasiones, las primeras no regresan a las comunidades para su retroalimentación, y las segundas, en especial cuando son privadas, también dejan de ser accesibles incluso para sus creadoras.
Es por eso, que en 2016, la directiva del museo Na Bolom conociendo mi trabajo de años con comunidades textiles en Los Altos de Chiapas, me propuso generar una estrategia de trabajo en torno a las piezas. Como primer paso, emprendí una labor de catalogación y toma de fotografías de cada una, tarea que por la dimensión se ha prolongado a lo largo de tres años, con la intención de concluirla en abril de 2020. Por otro lado, sugerí aprovechar las salas itinerantes para organizar exposiciones cuyo eje fueran las propias comunidades de la región, con el objetivo principal de construir una propuesta para su revitalización, a través de acercar las piezas de la colección a las y los tejedores con los que en paralelo estaba generando vínculos.
Así, nos abocamos a realizar la exposición de la comunidad de Magdalenas en abril de 2017, misma que obtuvo un excelente recibimiento de parte de las tejedoras y del público. De entonces a la fecha hemos logrado presentar siete exposiciones más bajo el concepto rector de Guía textil de Los Altos de Chiapas: Chenalhó (septiembre 2017), Tenejapa (noviembre 2017), San Juan Chamula (mayo 2018), Venustiano Carranza (noviembre 2018), San Andrés Larráinzar (abril 2019), Cancuc, Chalchihuitán, Oxchuc, Pantelhó y Tenango (julio 2019) y, Zinacantán (abril 2020). Cabe destacar que también hemos llevado a cabo dos exposiciones en las Casas de Cultura de las comunidades: Tenejapa (julio 2019) y Zinacantán (julio 2020).
Ha sido muy interesante observar, escuchar y documentar el encuentro que han tenido varias de las tejedoras con piezas que realizaron sus madres y abuelas. La emoción suscitada ha servido de motivación para la realización de reproducciones. Ahí donde el diseño y la iconografía habían caído en desuso, la cámara fotográfica de los teléfonos que usan las tejedoras ha cumplido un cometido singular.
Fotografía: Antonia Hernández Díaz (abuela) mostrando un huipil hecho por ella a su nieta María Mercedes Santis Pérez, en el marco de la inauguración de la exposición Guía Textil de los Altos de Chiapas: San Andrés Larráinzar, 18 de abril de 2019, Museo Na Bolom.
Establecimos que, al contar con la trayectoria y la documentación suficiente de la experiencia, concursaríamos en las becas y apoyos que ofrecen tanto el Gobierno como las instancias particulares para asegurar fondos. De esta manera, recibimos el apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales FONCA 2019 - 2020.
Con el tiempo se ha consolidó un equipo de trabajo multidisciplinario, una compleja iniciativa que comprende una detallada labor de clasificación y registro de cada pieza; el diagnóstico de su estado de conservación, la estabilización emergente de los bienes, la adecuación de las condiciones del espacio asignado para su óptimo resguardo y el establecimiento de normas para su conservación idónea e integral.
Por otro lado, cabe resaltar que las inauguraciones de las exposiciones han constituido un excelente momento para promover el encuentro de los grupos de tejedores con artistas, investigadores, promotores, diseñadores, antropólogos, directores de instituciones y museos, para la consolidación de nuevos proyectos de creación, difusión, investigación y venta, en una dinámica muy parecida a lo que Paloma Blanco describe como “procesos colaborativos”, en el libro Modos de hacer: Arte crítico, esfera pública y acción directa, –en donde se trata de articular estructuras y modos de intervención que establezcan una serie de formas de relación con las necesidades de los diferentes agentes y sectores sociales implicados; conformar redes de trabajo y colaboración; tramar vínculos y complicidades; y explorar formas operativas de incorporación de comunidades, colectivos o grupos reales, como parte integral del proceso artístico – ya que no se trata tan sólo de realizar una inauguración y ofrecer un coffe break, sino de brindar una oportunidad al diálogo y a la creación de redes con las personas que asisten.
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